Los basurillas somos seres extraños. Cuando pasamos cerca de un contenedor o cualquier esquina donde la gente deja sus enseres inservibles, siempre giramos la mirada para localizar algo interesante, siempre interesados en la basura. Si existe algo que nos pueda servir, nos acercamos sin vacilar y observamos el objeto más detenidamente. Podemos encontrarlo en malas condiciones, aunque puede haber suerte, sobretodo si nos encontramos en una zona habitada por clase media, alta, oficinas o comercios. Las malas condiciones del objeto, no nos asustan, siempre hay algo que puede ser reutilizado, reformado o servir de pieza para otro rompecabezas en curso. Aunque, eso si, para los basurillas más veteranos, la elección debe ser mas minuciosa, y se tiene que perseguir un fin concreto, si no se quiere convertir el hogar en un vertedero.>
A veces la necesidad apremia, pero hay que saber esperar, porque no se trata de un escaparate. Hay que estar muy atento, patear la ciudad e improvisar.
Una de las mayores dificultades es el transporte de los «descubrimientos». Es muy fastidioso tener que transportar de una punta a otra de la ciudad, en transporte público, una silla, una estantería, un armario, o cualquier otro objeto peregrino, sin que, los compañeros ciudadanos no nos quieran romper en la cabeza el consabido objeto o utilizarlo de arma arrojadiza. No, a veces no es bueno poner en peligro la seguridad ciudadana en un transporte público que ya es bastante sufrido.
Los basurillas somos unos incomprendidos en este sentido, sólo nos queda andar, o reducir el radio de acción a nuestro barrio, o zona donde habitamos. Sin descartar hacerse amigo de una bella persona, con furgoneta, que siempre viene bien en estos casos.
Para un basurillas, el reutilizaje puede convertirse en una enfermedad difícil de superar. Cuando ya se han cubierto las necesidades propias, y las de los amigos, primos, enemigos, etc, y cuando no hay perspectiva de que nadie se vaya a mudar, (que es lo mejor que le puede pasar a un basurillas), entoces solo queda «el arte del ingenio», la creación artística, que es infinita.
Eso si, no debemos caer en el negocio o las modas, como algunos artistas que pretenden ser basurillas y «dar una respuesta al medio ambiente» gastando un montón de dinero y energía en materiales, o haciendo cosas que no son funcionales.
Los basurillas somos de por si artistas, cogemos un objeto obsoleto y lo transformamos dándole otra vida, una funcionalidad que nosotros elegimos, que puede no ser la misma para la que fue fabricado. Además tenemos el poder de adaptar estos objetos a nuestras necesidades particulares, descubriendo e inventando. Finalmente, les damos un nuevo aspecto, a nuestro gusto, sin preocuparnos por su valor monetario, porque, nosotros lo habremos creado y nosotros le daremos un valor sentimental o funcional, y no comercial. Cambia nuestra concepción del mundo, nos hace más libres en el valor real de la palabra.
Lo mejor de todo es que todos hemos sido o seremos basurillas alguna vez.
Descubre más pinchando en las fotos.
ola, io me considero una basurilla jeje. me encanta tu blog, por eso lo esti revisando desde los primeros post. es bueno saber que no soi la unica rara. aki en mi puebloo si, pero al reddor del mundo hay mucha gente interesada en salvar algo de lo que nos queda en el planeta.
Jatzzumi
8-junio-2011